Amando mi templo

A través de mi historia, por mi afán de servir a Dios y a mi generación, me abandoné en la creencia de que Dios se encargaría de mí. Hacemos a Dios responsable y damos por hecho que nuestras oraciones sean «respondidas por sanidad», sin considerar que la responsabilidad de nuestra salud no depende de lo divino todo el tiempo, sino de nuestra autoridad veraz de una “vida de fe con acciones congruentes”. Dios me quiere a largo plazo. A lo largo de los años he podido comprender lo que significan la verdadera salud y la felicidad aunadas… Ambas no están separadas. Por ello, quien es feliz, completo, pleno y conectado en su paz interior es definitivamente alguien que también sabe escuchar su cuerpo, sus pensamientos, sus relaciones interpersonales y sus resultados en general. La mayoría de quienes creemos en la palabra de Dios, somos conscientes de tener una asignación y propósito en esta tierra . Sin embargo, muchas veces se nos olvida y dejamos de lado nuestra salud. Y, ¿Cómo lograremos cumplir con nuestro propósito teniendo una mala salud? El poderoso escrito que tienes entre tus manos te muestra la clave para conectar nuestro ser completo: espíritu, alma y cuerpo. Según el apóstol Pablo, la Biblia menciona que Dios no nos dio espíritu de cobardía ni temor, sino que nos proporcionó tres recursos que sostienen la salud completa de nuestro ser: amor, poder y dominio propio.Pero, la principal verdad que es preciso entender para buscar nuestra salud, integrando nuestro ser completo de creencias, pensamientos y cuerpo, la encontramos al comprender que Dios nos invita a abrazar una constante revelación: «He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad» Jeremías 33:6.