La vida actual no es, en realidad, demasiado diferente de lo que era la de María y Marta en el Nuevo Testamento. Como María, ansiamos sentarnos a los pies del Señor…pero las exigencias diarias de un mundo ajetreado no nos dejan en paz. Como Marta, amamos a Jesús y queremos servirlo, pero luchamos contra el cansancio, el resentimiento y nuestra propia sensación de incapacidad.
Entonces llega Jesús en medio de nuestra vida ocupada, para extendernos la misma invitación que hace mucho tiempo le hizo a las dos hermanas de Betania. Tiernamente, nos invita a elegir la mejor parte: una vida gozosa de intimidad con Él que produce, naturalmente, un servicio de amor.